
El hurto de motocicletas en Medellín y el Valle de Aburrá no solo golpea a los propietarios que pierden su medio de transporte, sino que también se ha convertido en una fuente de abastecimiento para grupos armados ilegales.
De acuerdo con investigaciones de la Policía Nacional, al menos el 20% de las 4.548 motos robadas en Antioquia durante 2024 terminaron en poder del Clan del Golfo, que las emplea en labores de mototaxismo, minería ilegal y transporte de drogas o migrantes.
Del total de hurtos, 3.924 (86%) ocurrieron en los 10 municipios del Valle de Aburrá, y 3.088 (67%) se registraron en Medellín, donde circulan más de 1,3 millones de motocicletas, según cifras del Área Metropolitana.
El colectivo Motos Robadas y Encontradas (MRE) explicó cómo se distribuye el destino de los vehículos: un 50% es desguazado para venderse como repuestos, un 30% es “gemeleado” para ser revendido o entregado bajo restricciones territoriales, y el 20% restante es trasladado a zonas donde tienen injerencia estructuras como el Clan del Golfo, aunque también se han detectado casos aislados en disidencias de las Farc y el ELN.
“Sabemos que cualquier actor armado utiliza estas motocicletas primero para ser revendidas y segundo para actividades ilícitas. Son llevadas a zonas rurales donde hay poca presencia institucional, lo que facilita su circulación”, señaló el coronel Óscar Mauricio Rico, comandante de la Policía de Antioquia.
El tipo de motocicleta también define su uso. Modelos populares como las Boxer y AKT NKD son entregados a mototaxistas, quienes además actúan como informantes. Las motos tipo Enduro son las más apetecidas por su capacidad de desplazarse en caminos veredales, mientras que en actividades de minería ilegal y transporte fluvial los grupos armados suelen desarmar los vehículos para usar sus motores en maquinaria y embarcaciones, aunque con baja durabilidad.
Los principales destinos de estas motos robadas son el Urabá, el Occidente y el Nordeste antioqueño, regiones donde el Clan del Golfo, bajo el mando de alias Chiquito Malo, mantiene fuerte presencia. El traslado se hace, principalmente, por la ruta Medellín–Santa Fe de Antioquia–Dabeiba–Mutatá–Apartadó–Turbo, en horarios nocturnos o entre semana, cuando los controles policiales disminuyen. En otras ocasiones, los delincuentes utilizan vías secundarias por municipios como Frontino, Peque o Murindó para evitar retenes.
En abril de 2024, un operativo en Urabá permitió recuperar 20 motocicletas robadas en el Valle de Aburrá, todas de referencias puntuales y de alta demanda en esa subregión, lo que evidenció la planeación detrás de este mercado ilegal.
Pese a que en Medellín el hurto de vehículos registró una reducción del 39% en el primer semestre de 2025, el fenómeno de las motocicletas robadas que terminan en poder de estructuras criminales continúa siendo un reto para las autoridades. Más allá de una pérdida patrimonial, estos vehículos se han convertido en una herramienta clave para sostener economías ilícitas y la movilidad de los grupos armados en zonas con baja presencia estatal.