Así lo demuestra la historia, la pandemia que hoy vive Colombia, no sería la primera que el país enfrenta, por lo menos en los últimos cien años, en 1918 la “Gripe Española” entro por mar, desde Bocas de Ceniza, pasando por Honda, Facatativá y llegando a la capital del país donde cobro al menos 1.600 vidas. Cuando el país se encuentra en plena cuarentena, muchas personas se preguntan alrededor del Covid-19, ¿esto ya había ocurrido? ¿Por qué cerraron las escuelas? ¿Por qué es importante no salir de casa? Y sobre todo ¿cuánto tiempo durará esto?
Una calamidad pública similar la viviern nuestros bisabuelos o abuelos en 1918, año en que un cocinero del ejército de Estados Unidos enfermó el 4 de marzo, dentro de un campamento militar en Kansas, no obstante, desde fines de 1917 se sospechaba de una influenza demasiado fuerte en Carolina del Norte, eran los años de la Gran Guerra, conocida después como la Primera Guerra Mundial, en aquel entonces este campamento militar, era el punto de salida para los cientos de miles de soldados estadounidenses que partieron a las trincheras europeas.
Curiosamente, a la pandemia se le llamó “Gripe Española” porque en aquel entonces España era neutral en la guerra y al llegar la pandemia, la información y datos no eran censurados, cosa que sí sucedió con las naciones en conflicto como los mismos Estados Unidos, donde el presidente Woodrow Wilson junto con el Estado Mayor, ocultaròn la pandemia hasta más no poder. Entonces, las primeras referencias a esta influenza las tenemos de España pues incluso el rey Alfonso XIII la padeció, de ahí que se le llamara “la gripe de moda”. Ya luego, en el mes de octubre la gripe llegó al centro del país, y a su capital Bogotá, con dos posibles hipótesis; a través del Atlántico en un barco proveniente de Barcelona, lo que implicaría entrar por Bocas de Ceniza y remontar el río Magdalena hasta el puerto de Honda, bajar por Puerto Triunfo y después subir la cordillera hasta Facatativá y finalmente la capital; o, la versión que pudo llegar a través de una encomienda venida de Estados Unidos, la cual sería descartada 40 años después, cuando los avances científicos en nuestro país, a nivel de genética se empezarán a desarrollar.
Entonces, 102 años después de la última pandemia en Colombia`, aún tenemos escasa información sobre su impacto, se sabe que esta se concentró en la capital, el departamento de Boyacá, y unos cuantos casos en Medellín y el Oriente Antioqueño, donde el señor Aristóbulo Jose Mesa, falleció a causa de esta enfermedad en su casa del municipio de El Santuario. “La Gripe Española” se habría expandido por al menos 34 países, matando un promedio de 50 millones de personas, por lo que es considerada hasta hoy, la pandemia más devastadora de la historia, la cual en comparación al COVID19 que hasta ahora deja cerca de 30.000 muertes, no equivaldría ni al 0.3% que dejo la Gripe Española a lo largo de tres años. Es de citar las investigaciones del Museo de Historia de la Medicina y la Salud de Tunja y el Grupo de Investigación Salud Pública de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, en un gran resumen estos dos trabajos son publicados en el contexto del virus h1n1 de 2009, el cual tenía características similares al de 1918 y se argumenta, que el escalonamiento de dicha gripe no fue tan fuerte, porque los habitantes del planeta provenimos de los sobrevivientes a la gripe española, donde fue contagiada casi el 80% de la humanidad y murieron de 20 a 50 millones de personas indistintamente del rango de edad, porque dicho virus en particular también acabó con la vida de jóvenes y no sólo viejos. Para Antioquia, pero especialmente para Boyacá y Bogotá, el caso realmente fue complicado debido a que la altura del altiplano contiene menos oxígeno que irrigue la sangre, a eso si se suman otros factores como la precaria higiene pública de principios del siglo XX, pobreza o desnutrición.
En Bogotá el virus llegó en octubre al inicio de la temporada de lluvias, una condición más para la transmisión, pues resulta que, aunque no hubo cuarentenas generalizadas la ciudad paulatinamente comenzó a quedarse en sus casas cuando la población enfermó y la única referencia de una gripe de esas dimensiones era la sucedida en 1890. Muchos ciudadanos, ante las condiciones económicas difíciles, aun enfermos tenían que salir de sus casas a trabajar, lo que implicó que, aparte de seguir transmitiendo el virus, tras la recuperación, sufrirían de por vida problemas pulmonares. Las escuelas se cerraròn y la gente comenzó a salir únicamente a lo esencial, a provisionar de comida, pero hubo acaparadores y especuladores, por ejemplo, una botella de leche valía antes de la pandemia 5 centavos y en el pico más alto de la enfermedad, la leche llegó a valer un peso y seis centavos, un 2.120% incrementó el precio; a saber, que un día de jornal podía estar en los 5 pesos. Igual, no faltó la solidaridad, ejemplo el fotógrafo alemán August Schimmer donó para las carestías de los menos favorecidos 305 pesos, algo como 120 millones de la época actual.
Ahora, En la junta de socorro, personajes del liberalismo como Eduardo López Pumarejo acercaròn al comercio para hacer donaciones y el alcalde de Bogotá, Santiago de Castro, nombró inspector de comedores a Laureano Gómez, cosa que demuestra que de ambos partidos enfilaron baterías para superar la crisis como una política de primera necesidad, así décadas después acabaran con el país. También es de destacar que incluso los practicantes y estudiantes de medicina participaròn en la contingencia y el gobierno se encargó de cubrir sus necesidades; además se procuró el abastecimiento normal de víveres en medio de la crisis y no faltó la experimentación de posibles remedios, hasta llegar al punto de sugerir gárgaras con petróleo.
La empresa privada, como el caso de Postobòn, ante la muerte de los repartidores de sus productos por causa de la pandemia, la empresa regalaba el agua pero tocaba buscarla personalmente en la planta de producción de la fábrica Posada Tobón.
Asi mismo, actividades cotidianas se paralizaròn como los viajes del tranvía, corridas de toros o reuniones sociales de todo tipo. El pico epidémico provocó el colapso del San Juan de Dios y prácticamente el Hospital de la Hortúa atendió sólo estos casos, de hecho, se dispuso la construcción de un nuevo hospital en la Calle 13 con 26, cerca al Paseo Bolívar para atender a un sector pobre de la ciudad fuertemente golpeado con la enfermedad. Así las cosas, para inicios del mes de noviembre, la cantidad de fallecidos llegaba a 1295, mientras que en septiembre, ya sin pandemia había sido de 312, a la par había 595 hospitalizados, 250 tratados en casa, 63 presos. Tanto fue el mal causado por el virus que, De Castro, el alcalde, quien también había enfermado, decretó la inmediata inhumación de los cuerpos en el cementerio central apenas fallecieran sin presencia de familiares y se pidió al arzobispo de Bogotá no oficiar misas en ese lugar e impedir el ingreso de los feligreses.
En lo que concierne a la región de Cundinamarca, el virus se esparció por la comarca y se contaban casos en Nocaima, Vergara, La Vega, Zipaquirá, Facatativá, Soacha, Usme, Ubaté, Chía, Villavicencio, Tausa y Girardot; de hecho, un telegrama llegado de Caracas mencionaba la disposición de una inmensa cantidad de recursos que superaban los 50 mil bolívares, para mitigar los estragos de la gripe en Venezuela. A cuenta gotas la epidemia se superó en diciembre, dejando tras de sí, una estela de muerte que el país no veía desde la guerra de los mil días (1899-1903).
Finalmente, en la prensa de la época sí existió y se divulgó conocimiento sobre la expansión de las gripes, que estas viajaban entre países y continentes de acuerdo con los medios de transporte y se recalcaba que quienes menos estaban propensos a contagiarse eran quienes vivían en núcleos urbanos pequeños o quienes realizaban actividades sólo en casa. De otro lado, el trabajo realizado por el Grupo de investigación de la UPTC , muestra preocupación por la posibilidad que, en un mundo globalizado, aún con condiciones de pobreza no solucionados en la población, entre otros, la expansión de una nueva pandemia sin las medidas necesarias sería catastrófica, augurio que 102 años después parece cumplirse.
Aquí están las lecciones que nos deja el pasado de un hecho que sucedió en todo el mundo, llegó a Colombia y les tocó a nuestros antepasados de hace tres generaciones afrontarlo. Este escrito está hecho en un lenguaje sencillo, pero con toda la rigurosidad académica para evitar ser una ‘fake news’ y los datos del autor, así como de las citas, son de fácil comprobación en internet.
Texto Original: Rodrigo Ávila Tv
Referencia: Rodrigo Ávila
Investigación: Julián Dávila.
Imágenes: Tomadas del grupo de Facebook: Fotografías antiguas de Colombia
https://www.facebook.com/groups/fotosantiguascolombia2014/
(consultado el 22.3.2020)
Subidas por el perfil de Jaime Páez https://www.facebook.com/jaime.paez.188
Foto de portada: No es la original del periódico, es una adaptación de la portada original del año 1918.