
En los laboratorios de la Universidad de Antioquia un grupo de investigadores logró un avance que podría transformar el futuro de la aviación: un biocombustible renovable capaz de resistir temperaturas extremas y reducir drásticamente las emisiones contaminantes. Sin embargo, la falta de financiación amenaza con dejar este logro en pausa.
El desarrollo fue realizado por el Grupo de Procesos Químicos Industriales (PQI), con sede en la Sede de Investigaciones Universitarias (SIU) de la institución. Tras más de una década de trabajo y una inversión cercana a los 4.500 millones de pesos, los investigadores consiguieron un “biojet” elaborado a partir de aceite de palma que mantiene su estado líquido incluso a -40°C, requisito indispensable para el funcionamiento seguro de los motores en pleno vuelo.
A diferencia de los procesos convencionales utilizados en refinerías, que apenas permiten una pequeña proporción de materia vegetal, la tecnología creada en Antioquia puede generar un combustible 100 % renovable. “Nuestro sistema es independiente, diseñado exclusivamente para materias primas sostenibles”, precisó Laura Orozco, una de las investigadoras del proyecto.
El biojet antioqueño se suma a una tendencia global por reducir la huella ambiental de la aviación. En 2023, la aerolínea Virgin Atlantic realizó un vuelo transatlántico entre Londres y Nueva York utilizando únicamente combustible verde, un hito histórico que marcó el camino hacia la descarbonización del transporte aéreo. En Colombia, Ecopetrol y Latam efectuaron un vuelo experimental entre Barranquilla y Bogotá con una mezcla del 1 % de biocombustible sostenible, demostrando el interés creciente por estas alternativas.
El siguiente paso para el equipo de la Universidad de Antioquia es escalar la producción, pues actualmente solo logran obtener 30 litros diarios. Para llegar a una fase industrial necesitan al menos mil millones de pesos que permitan adecuar la infraestructura y realizar pruebas en turbinas reales. También buscan recursos para patentar su tecnología en varios países, trámite que costaría entre 100 y 200 millones de pesos.
El proyecto ha contado con el apoyo del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, Fedepalma, la Universidad de La Guajira, EPM, el Grupo Gimel y la empresa EIA SAS. Aun así, los investigadores enfrentan el desafío de encontrar nuevos aliados que impulsen el desarrollo del biocombustible hacia la fase comercial.
Mientras las regulaciones internacionales aún no obligan a las aerolíneas a descarbonizar completamente su operación, los científicos antioqueños insisten en que su trabajo es una apuesta al futuro.