Opinión

Universidades de garaje: “las mercaderes de la educación”

 Por: Edwin Villa

Si nos atenemos a la primera definición que la Real Academia Española (por sus siglas RAE), le da a la palabra “universidad”, dice que es “una institución de enseñanza superior que comprenden diversas facultades y confiere los grados académicos correspondientes”. Es decir, es una “institución de personas” en donde se imparte una “educación superior” a la que a su vez, imparten otras instituciones y por consiguiente, se obtiene un “grado académico” basado en dicha educación. Sin embargo, ni esta definición ni sus acepciones, explican con claridad en qué se debe basar esta educación para ser superior y cuándo sus discípulos, estarían aptos para recibir un título acorde a su aprendizaje.

Aunque actualmente, a través del sistema de “créditos (u horas de estudio)”, se estructuran los pensum académicos que componen los programas que se cursan en las universidades en Colombia, dependiendo de ese sistema se sabe si un estudiante ha alcanzado el nivel de aprendizaje suficiente para graduarse, es aún incierto saber (al menos en algunos casos), si el estudiante ya se encuentra apto para asumir su título profesional y enfrentarse al mercado laboral; que por cierto, es un mercado cruel, violento y altamente competitivo. Es gracias a esta incertidumbre, que las llamadas “universidades de garaje” se convierten en una peste para la sociedad, al formar estudiantes bajo tristes parámetros de calidad que se enfrentan a un reñido mercado sin la capacidad de hacerle frente. Con el lema de “gradúese fácil”, las universidades de garaje se van proliferando por el país y somos muchos los incautos que caemos en su trampa. ¿Pero, qué es entonces una universidad de garaje y cómo se le puede identificar?

Para responder a esta pregunta, cabe decir, que todas las Instituciones de Educación Superior (IES) del país, deben “contar con un arreglo a las normas legales y con el reconocimiento oficial como prestadoras del servicio público de educación superior”, como bien lo apunta el Ministerio de Educación Superior en su portal web www.mineducacion.gov.co ; de lo contrario, no pueden funcionar legalmente.

Las universidades de garajes, son por lo tanto, “universidades que funcionan sin cumplir las condiciones mínimas de calidad, rigor académico y demás exigencias docentes”, advierte Juan Jacobo Pavajcau, profesor de la Universidad Nacional en un artículo publicado para la revista Portafolio. No obstante, como estudiante de una universidad que para mí es de garaje (y no me siento orgulloso de decirlo), puedo afirmar que no siempre se incumplen estas “condiciones mínimas de calidad”, sino que más bien se cumplen tan mínimamente que logran superar todas las auditorías que se le realicen y siguen funcionando y generando lucro a sus dueños sin que nadie haga nada para evitarlo.

La Ley 1740 de 2014, actual ley de la educación superior en el país, no es clara en dictar unos parámetros que permitan mejorar las condiciones de calidad y subir el nivel educativo de estas instituciones. Por eso, aunque ostenten reconocimientos y certificaciones exhibidos en las paredes de sus recintos, en realidad no deja de ser fácil reconocerlas. Primero, no nos debemos dejar llevar por el alias de “garaje”, pues garaje en este caso no significa pequeño, todo lo contrario, pueden ser grandes y opulentas. Sin embargo, todas respiran ese aire a oficina, a edificio, a unidad cerrada y no, a un verdadero campus universitario con amplias zonas verdes y espacios para la mediación, la lectura, el debate o la investigación. Segundo, ofrecen un menú de disponibilidad y flexibilidad para graduarse a cambio de una suma de dinero; son “las mercaderes de la educación”. Tercero, aunque le brindan al estudiante múltiples horarios y facilidades para graduarse, no le brindan verdaderas oportunidades para ser un excelente profesional; carecen de convenios educativos en el exterior quitándole la posibilidad al estudiante de obtener una pasantía fuera del país, no ofrecen becas o privilegios a los alumnos con mejores promedios, tienen pocos convenios con empresas para realizar la práctica profesional o para que el egresado pueda tener la oportunidad de encontrar su lugar en el mercado, entre otros.

Por tal motivo, todos los jóvenes que están próximos a graduarse en este 2017 o que ya obtuvieron su graduación y aún no saben qué carajos hacer con sus vidas o todas las personas que desean estudiar una carrera profesional para superarse, deben analizar muy bien en cuál universidad realizar sus estudios para que no caigan en la trampa de las universidades de garaje y terminen estudiando una carrera de un recorrido aparentemente corto y fácil, pero con muchas decepciones y vacíos no solamente académicos, también monetarios. ¡Lo barato sale caro y cuando jugamos con nuestra educación, aún más!

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