Opinión

Tocando el pico

No se les haga extraño si en Colombia nunca llegamos al pico, aunque se aplane la curva.

Por: Ferney García G.

Desde que el 06 de marzo del año en curso se reportó en Colombia el primer caso positivo de Coronavirus, empezamos a hacernos a la idea de que la expansión nacional de este  era inevitable, y que eventualmente algún familiar, amigo o conocido, o incluso nosotros íbamos a contraer el tan temido sars-coV-2 (Covid-19; con el pasar de los días el miedo se hizo más evidente y desde luego más inevitable, puesto que entrado el mes de abril Colombia reportaba oficialmente la para nada tranquilizante cifra de 1065 casos positivos y 17 pérdidas humanas. Pero ya entrado el mes de las madres, el país mostraba al mundo números superiores a los 7000 casos positivos que se quedaron cortos ante los casi 30500 reportados por el ministerio de salud como positivos y las 969 pérdidas fatales cuando hubo entrado el mes de junio; sin embargo, el siguiente mes no quiso quedarse atrás, y por esta razón solo el primer día del mes actual puso 4163 nuevos positivos, elevando la cifra total hasta ese momento a 102009. Sin embargo, desde el mes de marzo se decía que aproximadamente en mayo estaríamos tocando el pico, y con esa falsa promesa, que por su puesto venía de los entes gubernamentales empezamos a creer que el Coronavirus era una golondrina en el verano, y que su duración iba a ser la misma que alcanza una golosa a la salida de un jardín infantil.

El aplanamiento de la curva y el posterior anhelado pico descendente  en Colombia están cuando menos  lejanos, y no porque no tengamos la capacidad de controlar el coronavirus, pues confiando en que nuestro deteriorado sistema de salud ofrezca las garantías para que los soldados que desde los hospitales intentan librar esta guerra por nosotros habremos de retomar la normalidad en algún momento, obviamente, el cuidado autónomo es insumo principal para evitarle a nuestro sistema de salud la penosa necesidad de orientar los recursos económicos a los pacientes y médicos, quienes son los únicos que no reciben parte de tajadas en las que burocráticamente se reparte ese queso; pero si nos detenemos un poco, podemos advertir que la pandemia actual no representa un riesgo significativo en comparación con los tantos virus que han hecho de Colombia un nido de corrupción que por consiguiente ha desencadenado en el surgimiento de grupos al margen de la ley, agrandamiento de la brecha social e intelectual, y en el aparecimiento de una cultura facilista que defendemos bajo la figura del avispado o ventajoso, que en Antioquia se celebra frecuentemente con el auspicio de los padres de familia.

En Colombia, prima un comportamiento social que pone de manifiesto la necesidad de buscar oportunidades a como dé lugar, y de manera alguna no es juzgable el hecho de que el hambre se convierta en pretexto para que en sitios remotos del país la única oportunidad de conseguir alimento sea el saqueo de camiones volteados, o la extorción camuflada en peajes ilegales que se alimentan de la indefensión o la compasión de los turistas. Pero comportamientos totalmente vergonzantes como estos no son tan ruines si tenemos en cuenta que Colombia es un camión volteado que durante años ha sido saqueado por verdugos que utilizan el hambre, los sueños y la confianza del pueblo como pretexto para inflar sus arcas.

Es realmente entendible que en Colombia no sea posible alcanzar el pico, puesto que somos colombianos, y dice la sabiduría popular que “el único que puede superar a un colombiano es otro colombiano. En este orden de ideas, cabe recordar que en Colombia lo único que se supera con creses es la indignación, toda vez que cuando se piensa que hemos tocado fondo con cualquier situación, aparece un nuevo capítulo de indignación que es más grave que el anterior, que hace pensar que  ahora sí va  a despertar el repudio general, pero no, al siguiente día aparece algo que nos hace olvidar lo vergonzoso del día pasado, y así se nos va la vida; los pesimistas pensando que estamos mal, y los optimistas seguros de que aún podemos tocar más fondo.

Seguramente en algún momento hemos escuchado que somos un país sin memoria, y en efecto ya nadie habla de la catástrofe de tasajera, las múltiples violaciones de derechos protagonizadas por el “glorioso ejército nacional”, de la alianza de las campañas políticas con fuentes económicas ilícitas y muchas otras tantas honorables experiencias que no permiten que nos quiten el lugar del “país más feliz del mundo!; ahora estamos esperando que llegue una nueva mañana, para indignarnos un par de horas y luego dejar que la vida siga su curso. No creamos que en Colombia lo único que se repite son las telenovelas por falta de contenido, hemos sido testigos de que las manías de gobiernos anteriores han sido milimétricamente replicadas en la actualidad, de tal suerte que No se les haga extraño si en Colombia nunca llegamos al pico, aunque se aplane la curva y las buenas intenciones parezcan oportunas.

*Las opiniones expresadas de los “columnistas” en los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de DiariOriente

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba