UdeA desarrolla proyecto para mejorar la productividad en la elaboración de la cerámica en El Carmen

El calor que se invierte en la creación de utensilios cerámicos puede ser reutilizado, beneficiando económica y sosteniblemente a las empresas, es por eso que un equipo de estudiantes del pregrado de Ingeniería Energética de la Seccional Oriente de la Universidad de Antioquia trabaja en esta labor de la mano con dos locerías del municipio de El Carmen de Viboral.
Las empresas de locería Herencias y Esmaltarte, cuyas sedes están en El Carmen de Viboral, se han convertido en laboratorios para que estudiantes, profesores e investigadores de Ingeniería Energética le den una utilidad social a las ideas y saberes que se discuten en clases.
La observación detallada de los procesos que se dan en los hornos de las locerías ha sido materia prima para diagnosticar cómo las industrias pueden recuperar la energía que se pierde en los sistemas de combustión. «Lo que estamos viendo es que parte del calor que se invierte en los hornos en los que queman los bizcochos, es decir, los moldes o formas de las piezas, puede recuperarse para ser utilizado en el secado, que se hace artesanalmente en repisas en las que reposan las lozas esperando que el ambiente haga lo suyo. Con esto, se incrementaría la capacidad de producción de las empresas», explicó el profesor Javier Alejandro Jaramillo Arango, coordinador del proyecto.
Estos hornos artesanales funcionan con gas natural o gas licuado de petróleo (GLP) y, aunque han trabajado bien durante muchos años, sus sistemas son susceptibles a mejoras. En el caso de los loceros del Oriente antioqueño «los hornos son como cámaras en las que podemos subir la temperatura interna para cocinar algo —platos, vasos, jarrones y todos los utensilios—, y en los que se almacena calor para, posteriormente, cocer lozas y darles acabados a partir de cuatro quemadores y un combustible», detalló Camilo Mejía, estudiante del pregrado de Ingeniería Energética e integrante del proyecto.
Según dieron a conocer los estudiantes, “el proceso duraba 12 horas, pero llegamos con esta propuesta y los artesanos nos dijeron que redujeron el proceso, el tiempo en cocción de sus lozas», narró Mariana Álzate.
En el termómetro interno del horno, a medida que pasa el tiempo, se observa cómo sube la temperatura. A medida que esta sube, con instrumentos de medición del calor, los estudiantes hacen mediciones en determinados intervalos de tiempo para evaluar el comportamiento térmico y, al final, recoger información.
«Todas las variables que aborda el proyecto hacen que se puedan generar ahorros a futuro y esto, se traduce en un beneficio para la productividad y el dinero, en cuanto a las ganancias», observó Jaramillo Arango.