Buñuelería Especial: 45 años de tradición y sabor con el icónico buñuelo santuariano
En el municipio de El Santuario se encuentra la Buñuelería Especial, un negocio que ha logrado consolidarse como un referente gastronómico local. Su fundador, Gustavo García, quien aprendió el arte de los buñuelos en una buñuelería de Belén, Medellín, trajo consigo una valiosa tradición de elaboración de buñuelos. Sin embargo, fue en El Santuario donde adquirió los conocimientos necesarios para crear el icónico «buñuelo santuariano», un manjar que se ha convertido en parte esencial de la identidad del pueblo.
La historia de la Buñuelería Especial comenzó hace 45 años en un pequeño local cercano a la biblioteca municipal, donde operó durante 35 años. El cierre de este espacio para dar paso a un nuevo edificio obligó a la buñuelería a trasladarse a su ubicación actual, donde ha permanecido por 10 años. El éxito de su producto ha permitido que siga siendo uno de los establecimientos más reconocidos de la región.
El buñuelo santuariano, se diferencia del tradicional en varios aspectos. Mientras que el buñuelo tradicional se elabora con fécula de maíz, queso, y otros ingredientes como azúcar, el santuariano utiliza principalmente fécula de maíz capio, cuajada y huevo, con un porcentaje muy bajo de harina, lo que le da una textura suave y un sabor distintivo.
«Tomé nota y lo puse en acción hasta sacar el buñuelo santuariano», comenta Gustavo sobre su proceso de aprendizaje. Gracias a esta dedicación, la buñuelería vende alrededor de 400 buñuelos en un día normal, y hasta 2,000 en días de mayor demanda. «La gente de acá es muy comercial y tiene colonias en casi todas las ciudades del país», explica, señalando que sus productos llegan a lugares como Cúcuta, Cali, y la mayoría de las principales ciudades del país.
Ubicada en la salida hacia la plaza de mercado, diagonal al negocio de los Paulas, la Buñuelería Especial sigue invitando a todos los amantes del buñuelo a disfrutar de esta delicia que ha logrado conquistar corazones tanto dentro como fuera del municipio. «Nos sentimos muy bien con nuestro producto; la gente lo prueba y le queda gustando», concluye Gustavo, orgulloso de mantener viva esta tradición.
