En Colombia hay muchas personas talentosas y una de las que ha demostrado que es así, es la neurocirujana, Liliana Ramírez Gómez, quien en los últimos días fue la ganadora del premio Norman Geschwind, el cual es otorgado por la Academia Estadounidense de Neurología, siendo la primera mujer latina en recibir este importante reconocimiento.
La doctora Ramírez es la directora clínica de la División de Trastornos de la Memoria del Hospital General de Massachussets, además, desarrolló una clínica en español cuyo objetivo es tratar a personas provenientes de Latinoamérica con trastornos de comportamiento, demencia y problemas de memoria.
En 1998 comenzó esta historia, pues fue cuando inició su carrera universitaria en la Universidad de Antioquia, sin imaginar que, varios años después, estaría radicada en los Estados Unidos. Liliana señala que decidió estudiar esta carrera porque su intención siempre ha sido la de servir a los demás.
Hoy está cumpliendo ese objetivo ayudando a los demás, “el trabajo que hago se enfoca mucho en servir a los latinos. Gente que tiene dificultades con el lenguaje y la cultura, porque acá en Estados Unidos hay disparidades en el cuidado que ellos reciben, hay también disparidad en el acceso a la investigación, donde ellos no tienen las mismas oportunidades que una persona caucásica. He trabajado para tratar de cerrar esa brecha, que las personas latinas también tengan acceso, participen y se involucren. En Harvard hay muchísima investigación, pero no involucra mucho a los latinos”, indicó Ramírez.
Y es precisamente por ese trabajo con la comunidad latina que la Academia Estadounidense de Neurología le entregó el Premio Norman Geschwind Prize, “por su trabajo diligente en envejecimiento y demencia, incluyendo prestar servicios clínicos y coordinar actividades de investigación para poblaciones diversas, desatendidas y marginalizadas, especialmente latinos. Es impresionante y única entre neurólogos especializados en neurología conductual”, dice el acta de la Academia.
Esta marinilla, de familia numerosa, que transitó gran parte de su formación académica en la educación pública, que hoy es orgullo de la Universidad de Antioquia, sostiene que lo único que ha hecho durante todos estos años es honrar la enseñanza de sus padres: servir a los demás.